Acceso a la justicia es tarea urgente

Guillermo Vega se sienta en una silla de ruedas en frente de muchas banderas países internacionales.
  • The Accomplishment

  • What Worked

  • About the Author

En el mes de febrero del año pasado publiqué un artículo, Sin acceso a la justicia, en mi blog en el que narraba la incómoda e indignante situación que se me presentó cuando, en mi condición de abogado, tuve que realizar una visita al Primer Juzgado Penal de Lima que se encontraba en la sede de los juzgados penales ubicada en la Cdra. 26 de la Av. Arenales en San Isidro, Lima, Perú.

Algunos de los inconvenientes fueron falta de parqueo especial para los automóviles; ingreso principal de cinco escaleras sin rampa; “entrada especial” consistente en un ingreso de cinco escaleras pero sin vista a la calle; y juzgado en el tercer piso y ascensor en mal estado.

El Poder Judicial del Perú estaba violando una gran cantidad de leyes nacionales y convenciones internacionales:

Claro está que el tema de acceso a la justicia va más allá de las barreras arquitectónicas o físicas. Las adecuaciones en materia tecnológica, comunicacional, y la accesibilidad jurídica son igualmente importantes. Sin embargo, en esta ocasión me centro en el aspecto físico en atención a la anécdota que me tocó vivir y que motivó que presente una queja ante el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y ante la Defensoría del Pueblo.

Ante ello, la Viceministra de Justicia me invitó a participar como miembro de la sociedad civil en el Grupo de Trabajo que se encargaba del tema Personas con Discapacidad en la elaboración del Plan Nacional de Derechos Humanos–propuesta que acepté brindando mis humildes aportes junto a un grupo de reconocidos activistas bastante motivados. Fuimos muy cuidadosos al abordar el tema de accesibilidad.

Por otro lado, cabe señalar que a las pocas semanas, el juzgado fue trasladado a la sede central ubicada en la Avenida Abancay en el Centro de Lima, con rampas para el ingreso y ascensor funcionando.